
Y para glosar su trayectoria y cualidades nos permitimos el atrevimiento de “robar” las palabras que le dedica Joaquín Martín de Sagarmínaga en su sección de Diverdi.com “Dr. Oigo voces”.
“Pudo haberse quedado toda la vida siendo Lorenza García, acarreando con modestia canastillos de fresas y grabando docenas de zarzuelas todavía en los tiempos del garrote vil, con aquel manubrio interminable de Zafiro, las de los zafios prensados editadas por Zacosa. Pero el destino quiso que emigrase a Alemania, para trabajar en la construcción –del genero lírico alemán– y llegar a convertirse en esa magna Pilar Lorengar que aportó toda una playa de ambiciosos granos de arena, de tanto como asimiló el Geist, el Deutsches Requiem y el espeso oleaje de aquellas tierras tan diversas de Aragón o Chamberí. Para quien llegó a tutear a Gluck, Mozart, Weber, Wagner o Strauss, o a los Dvorák y Smetana, cuando todavía eran leídos en la lengua de los bávaros, rusalkando y noviavendidando también en modo magistral, ¡un respeto, señores!. Sáquense Vds. el sombrero de la chola, háganme el favor, porque delante de esta gran soprano no están permitidos más que para quitárselos con asombro y rendibú.

Intérprete singular, su voz redonda y luminosa se apoyó en la disciplina tedesca tanto como en una técnica italiana de órdago, cuyo fuerte era la soldadura de todos los registros. Puestos a comparar, la referencia ineludible sería Elisabeth Grümmer, por musicalidad y repertorio, por vibrato e irisaciones vocales. También cabe avecindarla con Teresa Stich-Randall, buena en Mozart y Strauss, pero de voz más feble, con menor matización y empaque en ópera o en lied.
Para ser una perfecta cantante alemana, Pilar no necesitó escribir una memoria escabrosa. No, no fue una Wilhelmine. Y cuando ella misma se fue, lo hizo de forma escalonada (Berlín para la ópera; Madrid y Oviedo para el recital), tan discreta como ella. Tenía derecho a descansar. Sólo nos engañó una vez, hacia el final de su vida. Casada en nupcia feliz con Jürgen, un médico de prestigio, dijo a los alegres chicos de la prensa que se retiraba para estar con los suyos. Recuerdo que pensamos: “¡Lorengar es de las pocas que, además de los focos, tiene otra vida!”
En 1996, ya tarde, descubrimos que por una vez fue convencional y no dijo la verdad ni oblicuamente. Se iba, sí, pero para morirse. “
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tomado de: http://www.diverdi.com/tienda/dosierd.aspx?id=206
Rusalka - Dvorak
Mesicku na nebi klubokem
Orquesta de la Opera de V¡ena
Walter Weller
Der Freischütz - Weber
Wie nahte mir der Schlummer…Leise, leise
Orquesta de la Opera de V¡ena
Walter Weller
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