miércoles, 24 de junio de 2009

"MALDITA MÚSICA"

Leído en EL NORTE DE CASTILLA, el miércoles 15 de abril de 2009 y firmado por JUAN BAS

"Está empezando a sucederme con la música lo mismo que con algunas otras cosas, que en sí son bienes culturales e inocentes y es su utilización inadecuada la que puede hacer que se llegue a destarlos, injustamente.

Es muy difícil encontrar un local de hostelería en el que no haya música. Y claro, del tipo y al volumen que el dueño quiera. Ya apenas se salvan tampoco los últimos reductos que se librarban de la peste del hilo musical, los restaurantes. Ahora, en comidas y cenas tienes que aguantar música en el comedor; por lo general puesta a bajo volumen, bien es verdad, pero casi siempre inadecuada o repetitiva o directamente espantosa.

En bares -excluyo los de copas, donde siempre ha habido música más o menos escogida -y cafeterías hay dos modalidades principales de tormento: el hilo musical en el canal de música de ambiente -la banda sonora del limbo-, con esas versiones instrumentales deprimentes que no perdonan a nadie, desde Beethoven a Lou Reed, y la radio con programas de canciones de moda, que suelen ser más gritadas que cantadas -sin olvidar las salmodias rap-, trufadas de anuncios chorras, llmadas de oyentes con resto en vez de cociente intelectual y arengas de un presentador dicharachero que habla como si se hubiera caído en la marmita de las anfetaminas y consigue que añores la pena medieval de cercenadura de lengua.

Da igual que sea la hora del desayuno. Ayer me tocó un bar con salsa, a las nueve, como puede ser bakalao. Nadie parece oírlo o molestarle. Conlo cual uno se siente aún más neurótico. Pero lo peor es cuando un bar está lleno, con la gente haciendo el habitual concurso de ver quién habla más alto y la música de ambiente de fondo, que no se oye pero es una gama de ruido más que incita a elevar el volumen de voz. A nadie se le ocurre quitarla en esas circunstancias.

Parece que así como nos han convencido de que si no consumes todo el tiempo y lo que sea eres un marginal y un desgraciado, también es necesario que nos acompañe la música en todo tiempo y lugar. Da la impresión de que al ciudadano medio del siglo XXI, habituado a la constante compañía de la música, voces o ruidos, le aterrara el silencio. Tal vez sea porque asocia el silencio no a la tranquilidad, sino a la muerte. O porque el silencio ayuda a la reflexión, así como el ruido aturde e impide pensar, y quizá ese silencio se evita rigurosamente para no percibir ese característico eco que se produce en una casa vacía."

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